Psicología Minimalista: Cómo Vivir en Abundancia

Descubre cómo la psicología minimalista puede transformar tu vida, ayudándote a encontrar abundancia y satisfacción en las cosas más simples.

¿Te imaginas vivir en un mundo donde la felicidad no dependa de la cantidad de dinero en tu cuenta bancaria, sino de la manera en que manejas tus deseos y conflictos internos? Carl Jung, uno de los mayores psicólogos del siglo XX, nos enseña que no es la ausencia de conflictos, sino la capacidad de lidiar con ellos lo que constituye un signo de madurez. Hoy exploraremos cómo la psicología minimalista puede transformar tu vida, ayudándote a encontrar abundancia y satisfacción en las cosas más simples.

La trampa de los deseos insatisfechos

Imagina que necesitamos un millón de dólares para ser felices. Si ese es el caso, mientras no alcancemos esa cantidad, estaremos infelices. Si miramos la pobreza de la humanidad y su pequeño porcentaje de millonarios, podemos concluir que la felicidad es escasa si requiere siete dígitos en una cuenta bancaria. Ahora digamos que deseamos profundamente ser felices y nos sentimos incompletos mientras no alcanzamos ese estado mental. Hasta ahora hemos ahorrado 1000€, lo que puede ser mucho dinero para la mayoría de nosotros, pero si tomamos en cuenta el requisito de felicidad que establecimos para nosotros mismos, estamos con 999.000€ en deuda. No es cómodo estar endeudado, pues pesa mucho sobre nuestros hombros e implica un estado de deber que, en este caso, es un deseo no pagado. Solo si conseguimos lo que queremos, esta deuda será pagada.

La capacidad de lidiar con los conflictos

Carl Jung decía que no es la ausencia de conflictos, sino la capacidad de lidiar con ellos lo que constituye un signo de madurez. Así, en lugar de eliminar todos nuestros deseos o conflictos, debemos enfocarnos en cómo los manejamos, reduciendo nuestras necesidades y encontrando satisfacción en cosas simples y abundantes. Jung también nos recuerda que la felicidad no sucede por casualidad, sino por elección. Esto significa que tenemos el poder de decidir qué nos trae alegría y satisfacción. Al elegir conscientemente vivir con menos, podemos encontrar más paz y satisfacción en las cosas simples de la vida.

La mentalidad minimalista de abundancia

Si lo que necesitamos es escaso, es fácil perder porque todos lo quieren. En nuestra experiencia, entonces, la felicidad es escasa. Supongamos que permitimos que nuestra satisfacción con la vida dependa de cosas difíciles de obtener. En ese caso, estamos expuestos al estrés, al descontento y a la inseguridad. Tendemos a preocuparnos mucho por no tener lo que queremos, por perder lo que tenemos y porque el futuro no sea como deseamos. Una alternativa mucho mejor sería una mentalidad minimalista de abundancia. Si no sentimos falta de satisfacción en nuestras necesidades, alcanzaremos rápidamente un estado de contento. La manera más rápida de alcanzar la abundancia es rebajando nuestras necesidades. Cuanto menos quieras, más tendrás. Y cuando tenemos abundancia, nos preocupamos menos por ganancias y pérdidas, estamos menos estresados por la posibilidad de perder y menos temerosos de cambios.

Beneficios de estar satisfecho con poco

Este enfoque investiga los beneficios de estar satisfecho con poco, cómo eso lleva a una vida más despreocupada y cómo podemos experimentar la abundancia en lugar de la escasez a través de una mentalidad minimalista. Cuando la felicidad está en falta, necesitamos trabajar duro para obtenerla. Los requisitos para la felicidad que decidimos para nosotros mismos podrían ser bienes materiales, dinero, estatus social elevado, una pareja casi perfecta o tal vez una combinación de esos factores. Imagina trabajar como esclavo indefinidamente para cumplir esos requisitos, al mismo tiempo experimentando continuamente esa sensación incómoda de insatisfacción. Porque mientras nuestras necesidades no estén satisfechas, no seremos felices. Imagina que cuando finalmente obtenemos nuestro Santo Grial, nos aferramos a él ansiosamente, pues perder aquello por lo que trabajamos tanto significaría el fin de nuestra felicidad. Qué vida exigente sería esa.

La ley inversa de la felicidad

Cuanto más específicas son nuestras condiciones para la felicidad, más difícil se vuelve satisfacerlas, especialmente cuando hacemos que nuestra felicidad dependa de circunstancias externas que son increíblemente inestables. Incluso el menor de los cambios amenaza los cimientos de nuestro bienestar. Un ejemplo de esto sería una persona que desea una vida perfecta, lo que implica una casa perfecta, una familia perfecta, un trabajo perfecto, un círculo social perfecto, y la lista continúa. La satisfacción exige que todas las variables se cumplan, pero si una de ellas no es perfecta, entonces la sensación de felicidad de esa persona se desmorona como un castillo de naipes.

La verdadera naturaleza de la abundancia

Carl Jung observó que cuanto más nos apegamos a nuestra persona, más nos alejamos de nuestro verdadero yo. Esto significa que cuanto más buscamos una felicidad basada en cosas externas y superficiales, más nos alejamos de nuestra verdadera naturaleza y necesidades auténticas. Como nos muestra la ley inversa, cuanto más necesitamos estar satisfechos, menos satisfechos estamos, y cuanto más queremos, menos sentimos que tenemos. Por lo tanto, cuanto menos necesitemos del mundo, más experimentaremos abundancia. Abundancia implica que tenemos más que suficiente, pero lo que es suficiente es subjetivo. Para algunos, nunca es suficiente; para otros, muy poco es suficiente. Además, nuestra idea de lo que es suficiente tiende a cambiar con el tiempo. Por ejemplo, cuando todavía estamos en la universidad, tener dinero para comprar comida e ir a fiestas tiende a ser suficiente, pero cuando avanzamos en nuestras carreras, bien podríamos quedar insatisfechos con salarios que superan los ingresos de la mayoría de los estudiantes.

Cambiar nuestra percepción de lo que es suficiente

La buena noticia es que podemos cambiar nuestra percepción de lo que es suficiente. Cuanto menos necesitemos tener lo suficiente, más fácilmente estaremos satisfechos. También estamos menos angustiados con la inconstancia del mundo exterior, pues un ambiente en cambio no afectará fácilmente lo que es abundante. Basta con mirar a los océanos: a pesar de todos los cambios por los que ha pasado nuestro planeta durante los últimos 4,000 millones de años, todavía existen. Imagina a alguien que está feliz y satisfecho con lo esencial, como ropa, comida y algunas personas con quienes conversar de vez en cuando, en línea o fuera de línea. La satisfacción de esa persona depende de cosas abundantes, por lo tanto, es fácil de obtener. Por lo tanto, es difícil perjudicar el contento de esa persona porque lo que es abundante estará siempre disponible, a diferencia de lo que es escaso. Por lo tanto, cuanto menos necesitemos, más fuerte se vuelve nuestra posición.

Gestionar nuestros deseos

Sin embargo, no podemos quedarnos completamente sin deseo. Tener necesidades forma parte del ser humano. Pero podemos gestionar nuestros deseos para que habitemos con menos frecuencia en un dominio de escasez y carencia, y predominantemente en el dominio de la abundancia. Como dijo Epicuro una vez: “Si quieres hacer feliz a un hombre, no añadas a sus riquezas, sino quítale sus deseos”. Aquí hay algunas maneras de canalizar nuestros deseos para que podamos pasar de la escasez a la abundancia.

El poder de la moderación

Epicuro distinguió tres tipos de deseos: deseos naturales y necesarios, como comida, refugio y descanso; deseos naturales e innecesarios, como comida lujosa y ropa cara; y deseos vanos, como poder, riqueza extrema y fama. En resumen, Epicuro creía que deberíamos enfocarnos en los primeros, que son necesarios y fáciles de satisfacer, y evitar los últimos, que son innecesarios e imposibles de satisfacer. Sin embargo, esto también deja un vasto área gris de necesidades que, en el mundo moderno, no son necesarias para la felicidad, pero aún así son abundantes y fáciles de obtener. Por ejemplo, escuchar música, jugar videojuegos o navegar en YouTube. Mirando la cantidad de música, juegos y vídeos disponibles hoy en día, podemos decir que estos placeres son abundantes, pero tendemos a exagerar.

El problema del exceso de indulgencia

El problema es que el exceso de indulgencia lleva a la insatisfacción a pesar de la abundancia, porque para sentirnos satisfechos necesitamos cada vez más a medida que nuestros sentidos se vuelven menos sensibles y necesitan más estímulos. Cuanto más necesitamos, menos abundancia experimentamos. Si eligiéramos nuestras necesidades con sabiduría, tal vez no quisiéramos vernos con ellas de manera que nos debilitaran. Una virtud llamada moderación sirve para refrenar nuestros deseos para que no nos gobiernen. La moderación incluye modestia y autocontrol. Si dominamos estas virtudes, entonces los placeres abundantes no nos conquistarán, sino que nos servirán solo cuando queramos, manteniendo así su calidad de ser abundantes y agradables.

Ser agradecido por lo que tenemos

Los humanos tienden a concentrarse en lo que quieren y no en lo que tienen, pero hacer esto significa intercambiar fuentes potenciales de contento por deseos no realizados y el dolor que conlleva. Las cosas que tenemos constituyen una fuente de alegría muy accesible. Existe algo más fácil.

Conclusión

La psicología minimalista nos ofrece una perspectiva valiosa sobre cómo vivir en abundancia al reducir nuestras necesidades y encontrar satisfacción en las cosas simples. Al manejar nuestros deseos y conflictos internos con sabiduría, podemos experimentar una vida más plena y menos estresante. La clave está en la moderación, la gratitud y la capacidad de apreciar lo que ya tenemos. Al cambiar nuestra percepción de lo que es suficiente y enfocarnos en lo que realmente importa, podemos liberarnos de la trampa de la insatisfacción constante y encontrar una verdadera abundancia en nuestra vida diaria. Como dijo Epicuro, “si quieres hacer feliz a un hombre, no añadas a sus riquezas, sino quítale sus deseos”. Al adoptar una mentalidad minimalista, podemos vivir con menos y, al mismo tiempo, tener más.

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