fbpx

Viaje al Corazón de la Inteligencia Emocional

Desarrollar la inteligencia emocional es un viaje de comprensión y regulación de nuestras emociones.

Blas Pascal: Un Pionero en la Comprensión de las Emociones

La inteligencia emocional es un viaje fascinante al corazón de nuestras emociones. Este viaje nos lleva a descubrir cómo desarrollar la inteligencia emocional, un concepto que Blas Pascal, un matemático, físico, filósofo y teólogo francés, anticipó con su famosa frase: ‘El corazón tiene razones que la razón no entiende’.

Definiendo la Inteligencia Emocional

Desde el punto de vista científico, entendemos por inteligencia emocional a la capacidad para entender, comprender y regular nuestras emociones y las de los demás. Pero, ¿qué significa realmente esto?

Entender, Comprender y Regular: Los Tres Pilares de la Inteligencia Emocional

Primero, debemos entender nuestras emociones. Esto implica darles nombre y etiquetarlas. Si no lo hacemos, caemos en una situación de analfabetismo emocional. Debemos ser capaces de identificar si estamos sintiendo miedo, ira, alegría, tristeza, asco, sorpresa, amor, odio, culpa, vergüenza, fe o esperanza.

En segundo lugar, debemos comprender nuestras emociones y las de los demás. Esto implica dar sentido al porqué sentimos lo que sentimos y cuáles son los antecedentes de nuestras emociones.

Finalmente, debemos aprender a regular nuestras emociones. Esto no significa controlarlas, sino gestionarlas adecuadamente. Las emociones no se controlan, se tramitan, se transitan, se gestionan, se administran. No hay que reprimirlas, hay que gestionarlas.

El Experimento del Marshmallow de Stanford: Un Estudio sobre la Gratificación Diferida

El Experimento del Marshmallow de Stanford fue un estudio sobre la gratificación diferida realizado en 1970 por el psicólogo Walter Mischel, profesor de la Universidad de Stanford. En este estudio, se ofrecía a un niño la elección entre una pequeña recompensa inmediata, o dos pequeñas recompensas si esperaban un período de tiempo.

Durante este tiempo, el investigador dejaba al niño en una habitación con un solo marshmallow durante unos 15 minutos y luego regresaba. Si el niño no se comía el marshmallow, la recompensa era otro marshmallow o un palito de pretzel, dependiendo de la preferencia del niño.

En estudios de seguimiento, los investigadores encontraron que los niños que podían esperar más tiempo para las recompensas preferidas tendían a tener mejores resultados en la vida, medidos por puntajes SAT2, logros educativos3, índice de masa corporal (BMI), y otras medidas de vida.

Un intento de replicación con una muestra de una población más diversa, más de 10 veces mayor que el estudio original, mostró solo la mitad del efecto del estudio original. La replicación sugirió que el trasfondo económico, en lugar de la fuerza de voluntad, explicaba la otra mitad1.

Los niños que esperaban con ambos premios a la vista miraban un espejo, se tapaban los ojos o hablaban consigo mismos, en lugar de concentrarse en el pretzel o el marshmallow. Mischel, Ebbesen y Antonette Zeiss, un miembro de la facultad visitante en ese momento, se propusieron investigar si atender a las recompensas cognitivamente dificultaba a los niños retrasar la gratificación.

Conclusión

Aunque somos seres racionales, también somos seres emocionales que razonan. Por lo tanto, es esencial aprender a reconocer, controlar y regular nuestras emociones. Esperamos que este artículo sea de interés y utilidad para ti. ¡Feliz lectura!

Disfruta de más contenido en nuestras redes, gracias por visitar!!!

logotipo izari